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LA PSICOLOGÍA COLECTIVA Y LOS CONCEPTOS DE LIBERACIÓN EN EL CAMPO
RELIGIOSO. NOTAS PARA PENSAR LA SOCIEDAD Y LOS MOVIMIENTOS UTÓPICOS Víctor Hernández RamírezE 2º Congreso de Psicología Pastoral “Un
ministerio para la liberación integral y la plenitud humana” Me pidieron abordar la cuestión de los conceptos de liberación en el
campo religioso desde una perspectiva de lo social, en concreto lo que
vengo trabajando de psicología colectiva. Dado que nuestro contexto es el
de la psicología pastoral este trabajo intenta ceñirse a dicho ámbito.
Como sea, el tema del congreso sugiere que la psicología pastoral se
encamina a la liberación de una manera integral y la idea me parece buena
para pensar críticamente sobre la misma psicología pastoral. Para ello
tomaré como punto de partida un viejo pero excelente (y totalmente
vigente) escrito de Rubem
Alves1.
Más adelante veremos cómo la psicología colectiva ofrece la posibilidad
de pensar la sociedad desde una perspectiva teórica necesaria para la
comprensión política de la psicología pastoral. EL CUIDADO PASTORAL ES UNA FUNCIÓN DE LA
SOCIEDAD BURGUESA En principio la cosa parece simple: el cuidado
pastoral es la respuesta a necesidades muy concretas: matrimonios que se
están desintegrando, gente que sufre por la pérdida de seres queridos,
personas con problemas de sexualidad, etc. Entonces están allí la
psicología y la teología para usarse como herramientas para responder a
tales necesidades. Pero la cosa no es tan simple, porque resulta que las
ideas y las teorías son posicionamientos que determinan la vida y los
oficios de la gente, Alves lo dice así: Los magos tienen una teoría sobre la magia; los
danzantes de la lluvia tienen un aparato conceptual elaborado sobre la
relación entre su danza y la lluvia; los científicos tienen credos
humanistas acerca de su función social; los militares también saben como
relacionar la carrera armamentista con la paz; y nosotros los teólogos y
creyentes tenemos nuestras propias teorías acerca de las funciones de la
religión, siendo la atención pastoral una de ellas...
No se puede, entonces, asumir que las teorías
son algo meramente instrumental y limitar el problema a una elección “de
escuela” o a un adecuado eclecticismo. Aquí cabe recordar la necesaria sospecha que la
crítica de la modernidad nos enseñó con los maestros (de la sospecha)
Marx, Nietzsche y Freud. Por ello puede decirse que la atención pastoral,
como se concibe y ejerce en el contexto de las iglesias evangélicas, es
una función, un elemento del sistema, de la sociedad burguesa. En
realidad no es algo exclusivo de la psicología pastoral, sino de la
psicología en general, en tanto ésta expresa la subjetividad moderna del
individuo en su condición de vida privada. La psicología en general, al
nacer con la modernidad y concretamente con el desarrollo del capitalismo,
aparece junto con la invención del individuo, la cual es la más
fantástica ficción del mundo moderno. Por eso ha predominado tanto la
visión funcionalista en la psicología y, de igual modo, en la
psicología pastoral. Es necesario entonces una visión de otra parte, que
nos permita ver lo que dice Alves: “La atención pastoral está localizada
institucionalmente... Provee mediaciones emocionales e interpretativas que
aligeran las tensiones emocionales, haciendo posible de ese modo para los
individuos permanecer como miembros del grupo y continuar aceptando su
ideología como plausible”. Con todo, es importante comprender la
importancia de “la constitución” del cuidado pastoral, es decir que
si existe en la realidad cotidiana es por algo, es porque algo da y porque
ese algo es importante en la vida de la gente. Aquí Alves cita a
Durkheim, quien dijo que: “El creyente que se ha comunicado con su Dios
no es meramente un hombre que ve nuevas verdades de las cuales un no
creyente es ignorante; es un hombre que es más fuerte”. Es decir que la atención pastoral provee de una
fuerza, un poder, que tiene una realidad muy concreta. Es algo que se acerca a la magia, con sus
diferencias, puesto que la magia de la psicología pastoral es una magia
con resignación: “...existe una estrecha relación entre el cuidado
pastoral y la magia... en la magia se busca un poder como una medio
efectivo para manipular el mundo externo. En la atención pastoral se
busca poder como valor, como fortaleza interior para sobrevivir en un
mundo que no puede ser cambiado”. La atención pastoral en la iglesia ciertamente
se constituye, además de funcional, como un ámbito de lo privado, puesto
que es parte de un proceso de secularización y también del proceso que
anuncia el retorno de los dioses, los cuales instruyen que sólo se puede
cambiar el interior. Esto se comprende en la historia moderna, donde se
ubican las iglesias: “El protestantismo, y el calvinismo en particular,
tendió a eliminar la magia. En vez de ella, fomentó la manipulación
racional de la realidad. Pero esta manipulación dejó de ser la función
de los sacerdotes y pastores: pertenece a los políticos y los
científicos. Al pastor le corresponde la cura de almas, la mediación del
poder interior”. Ahora bien, será importante considerar que el
rol de acompañamiento pastoral tiene un lugar preponderante, decisivo,
dentro de la vida de la gente y en el contexto eclesial. Lo dice también
claramente Rubem Alves: En la función del cuidado pastoral, el pastor
es llamado a proveer respuestas a la pregunta “¿por qué?”. Es un mediador entre el sufrimiento personal y
los sistemas globales de significado religioso. Y es un hombre sabio, que
se supone conoce las respuestas. Es visto como alguien que tiene acceso a
una clase de conocimiento que está oculto para los laicos comunes...
(otra) función de la atención pastoral es proveer guía moral. “Estoy
enamorado de una persona casada”. “Soy homosexual”. “Mi hija
quiere casarse con un negro”. “Trabajo en una fábrica que hace armas”.
“¿Qué debo hacer?” El sufrimiento existe, está allí. El problema
estriba en suponer que todo se reduce a una situación individual, donde
lo más importante son los resultados y sin percatarnos del lugar social
que tiene el ejercicio pastoral. Alves lo expresa con claridad: ...aunque en la privacidad y el secreto de su
oficina el pastor parece tratar con individuos aislados, lo cierto es que
la congregación completa se coloca allí,, invisible, silenciosa,
vigilantemente. En última instancia, es la congregación la que juzgará
la efectividad de su trabajo, la ortodoxia de sus interpretaciones y la
sabiduría de su interpretación moral. ...el cuidado pastoral está determinado, en
gran medida, por la ubicación social, económica y política de la
congregación. Si ésta tiene un nivel social elevado, si sus miembros
gozan de salud, prestigio y poder, tenderá a comprometerse con el orden
dominante, y el cuidado pastoral enfrentará toda clase de presiones para
responder a las demandas que le son impuestas por el orden institucional.
se comprende que el significado de la vida no es algo que se pueda
conseguir por medio la manipulación emocional o interpretativa de la
subjetividad. Hasta aquí les he mostrado una serie de retazos
del trabajo de Alves, para entender juntos cómo la asistencia pastoral es
una función, o tiende a serlo, del mundo estructurado para la vida
subjetiva como algo privado, como algo aislado del mundo. Entonces, luego
de una crítica de la manera misma de ver funcionalmente la realidad, cabe
preguntarse ¿de qué otro modo puede entonces abordarse la cuestión de
la asistencia pastoral y la liberación? La tarea no es sencilla, pues
implica buscar otra manera de pensar la sociedad, una manera de comprender
la psicología, no como una ciencia del individuo, sino como la
comprensión de lo psíquico en tanto espíritu, en tanto colectividad2.
Van algunas notas que ojalá ayuden a situar esta comprensión.
EL INDIVIDUO NO EXISTE Lo
primero que importa señalar es que el individuo es una ficción. No
existe. Existe la gente, así como existen las ciudades, los objetos de
arte y ciencia, existen las parejas y familias, la soledad, el fin de
semana, la infancia, los divorcios, la angustia por el dinero, el
desempleo, el asombro. Todo esto existe. Lo que no existe es el individuo.
En cambio existe la subjetividad moderna de la individualidad, es decir la
configuración de un espíritu colectivo que se reitera y afirma como “el
individuo”, el sujeto aislado, cuya ficción es un curioso invento para
pensarse de manera separada, como una pieza que encaja, o no, con el
engranaje del mundo. Esta ficción tiene una razón de ser en el proceso
de constitución y legitimación del orden mundial, llamado hoy día orden
global y trazado según unos lineamientos económicos y políticos que se
conocen hoy como neoliberalismo. Pero una ficción no es la realidad, sino
la virtualidad que se “realiza” por lo interactivo, es el supuesto
dado como “un hecho”, es un juego que hace mucho que dejó de ser
interesante pero que ya no hay permiso para cambiarlo. Una manera muy sencilla de comprobar que el
individuo no existe es que cuando nos sentimos solos se trata de un acto
colectivo, sólo que sufrimos una indiferencia (o un abandono) que
sentimos de otros. Nadie ha estado ni estará jamás en un lugar
deshabitado, porque el mismo hecho de sentir (o percatarse o percibir) es
ya una situación colectiva. Por eso en la psicología colectiva se dice
que una sola gente(o dos o muchas; o una silla [si no creen lo de la
silla, vean la silla de Van Gogh] o el mundo todo) es la sociedad. LA REALIDAD SE COMPRENDE COMO MEMORIA De lo anterior se puede pensar que la realidad
es algo que tampoco está indistinta o indiferente a nosotros. La realidad existe porque la habitamos, es decir
porque constituye un espacio vivido, porque acontece y nosotros con ella.
Es por eso que se ha dicho que sólo nos conocemos y conocemos el mundo en
el pasado. Pero ocurre que el pasado no es el tiempo que se fue, puesto
que el tiempo no es más que espacio que se queda, espacios superpuestos,
como el polvo sobre las cosas o como el convento de Saramago, cuyas
piedras son las historias terribles y fantásticas de un mundo bastante
injusto. El espacio vivido es tiempo que se queda, y que se queda como
memoria. Porque nada se olvida y lo que se olvida es también memoria,
pero en negativo. Por memoria se entiende que lo que acontece es
significativo, porque si no, simplemente no hay memoria. Ese es el
problema de una sociedad que ha privilegiado la información: los datos
requieren mucha velocidad y se olvidan enseguida, porque simplemente no
significan nada, por eso dice Milan Kundera que la gente que quiere
olvidar simplemente camina más rápido: algo quiere dejar atrás, algo
que no se quiere sentir. Vivimos en la era de la información y de un
progreso que se nutre de olvido, de la rapidez que nos deja con muchos
datos y sin significados. Es por eso que la realidad se hace efímera,
huidiza: la gente tiene razón (o tiene certeza, más bien) de lamentarse
por lo poco que vale la pena en este mundo tan lleno de contenidos y
cosas. En cambio, los acontecimientos significativos se rememoran, se
cuentan, se tienen que
narrar, porque son lo importante: a la gente le gusta
platicar de eso, y la vida cotidiana se hace del pensamiento que
encadena lo vivido como valioso, sea penoso o gozoso, pero que tiene
sentido y por eso es memorable. Generalmente esta memoria se hace en los
espacios intermedios, en los intersticios, en los pasillos, en la calle,
donde se pierde el tiempo (porque, para el progreso, todo tiempo que no
produce mercancías, es tiempo perdido) es donde se hace la vida, donde
acontece lo importante, lo que se queda y da sentido. La sociedad perdida,
que pierde el tiempo, al igual que las vidas perdidas y de perdedores,
como dijera Ricoeur piden y reclaman narración. Pero la memoria tiene
también intensidades: es que siempre hay algo originario, algo que funda
el mundo, el principio de la sociedad misma. Es por eso que hay un primer
acontecimiento, el cual nunca se puede decir y menos explicar: porque los
orígenes siempre son nebulosos, intensos, míticos y totalmente actuales.
Por eso el Génesis es un mito maravilloso y actual3.
En el fondo la memoria es una fuente inagotable de pertenencia e
identidad, aún para la sociedad más vertiginosa y olvidadiza.
LA ESTRUCTURA DE LA REALIDAD ES MÍTICA Hace tiempo, pero quizá no tanto, era casi
peyorativo decir de algo que es un mito. Es que para el discurso
positivista las cosas acontecían sin la presencia de nadie y daba igual
si alguien se enteraba o no, porque la historia era verdad y los mitos
mentira. Ahora sabemos que ambos son verdad, pero no de la misma manera.
Como también sabemos que la historia y la ficción, cuando valen la pena,
no existen sin esa buena aptitud para contar historias significativas para
el presente y el porvenir. La psicología colectiva añade a todo esto,
que los mitos son la estructura misma de la realidad, es decir que toda
realidad es mítica, porque la realidad tiene la forma de los mitos: son
espacios con significados espaciales, donde toda ubicación tiene
significación: alto bajo arriba abajo izquierda derecha
adelante detrás. Dentro de esta estructura ocurren por igual los cuentos,
las leyendas, la historia y la vida cotidiana. Sus significaciones no
tienen contenido, sino que dan forma a la vida en sí, son la estructura
previa de la cultura cotidiana. Como espacio entonces, el vacío no es un
hueco sino la capacidad de generar formas, es decir una configuración
estética o gestáltica de la realidad; y dicha capacidad es mítica
porque son los trazos que toma la vida, para aparecer como una tragedia o
una comedia, por eso nos dicen que los ganadores, los que han alcanzado la
tierra prometida del éxito avanzan arriba y adelante; como nos dicen
también que los perdedores, los débiles o los que no tienen poder, son
los que avanzan pero van de mal en peor. Esto se no dice como si fuera
verdad, pero hay que decir que son los mitos de la modernidad, aunque
otros pueden ser los trazos de la vida y ser mitos para la libertad. Son
estructuras míticas de los espacios donde acontece la realidad. Entonces,
nada más cierto que los mitos (incluye: teorías científicas, arte,
filosofía, religión, cultura cotidiana) porque los mitos son
acontecimientos afectivos. LOS AFECTOS SON EL SILENCIO QUE NO PUEDE DECIRSE Hablando de afectividad, que equivale a decir
emociones, tiene que decirse que los afectos son lo que no se puede decir,
es decir silencio. Pero el silencio es comunicativo, y lo es porque es
afecto. Los afectos son los sacudimientos de la
realidad, el magma emocional que no se distingue, lo que envuelve y define
la vida en un fluir constante y también en sus estancamientos. Las
emociones no están adentro de nadie. Y esto es no sólo porque el
individuo no existe, sino porque las emociones son colectivas, es decir
que las emociones son acontecimientos, situaciones, maneras de estar en el
mundo... y hasta ahora nadie ha podido reducir el mundo a un delirio
individual o aislado. Las emociones son silencio porque comunican formas:
de ahí que la gente siente bonito o feo, pero la gente nunca siente
emociones perfectamente claras y distinguibles. Lo que pasa es que existen
palabras y pensamientos sobre las emociones, que son la cultura de las
emociones, o son clasificaciones que se hacen pasar por afectos, pero eso
a nadie le sirve de nada, como por ejemplo cuando un día se inventó la
autoestima. La autoestima es una palabra que se inventó para ponerle
nombre al malestar que era quien sabe qué, pero que era feo y por eso se
llamó baja autoestima. A partir de entonces, todos los problemas se
pueden reducir a un problema de baja autoestima y la gente de veras piensa
que hay niños y adultos que tienen la autoestima por los suelos. Tan
falsa como la autoestima es la creencia en una alta autoestima por medio
de las frases y tácticas de auto superación. La autoestima no es una
emoción, es una palabra que tuvo cierto éxito y nadie le dijo que era
tiempo de retirarse. En cambio, el amor es una palabra con más
tradición, porque tiene una cultura que por siglos ha marcado la manera
de querer, enamorarse, apasionarse, entregarse: es el amor romántico que
nos ha enseñado a todos los cánones del amor al menos desde el siglo
XVII. Por eso dice Pablo Milanés que no hemos inventado nada: ni las
palabras ni las formas de abrazar. Para la psicología colectiva pues, las
emociones son silencio, es decir son aquello que hace intenso los
significados pero que en sí mismo no significa nada, porque las emociones
no dicen sino que solamente dan forma, certeza y sentido a la sociedad. Es por eso que no puede decirse que “tenemos”
determinada emoción, como si la tuviéramos adentro, sino que somos
nosotros quienes estamos adentro de la afectividad, sin más significado
que el susurro o ímpetu de su espíritu. Es que la afectividad es el
espíritu, es la sociedad en sí, es lo psíquico, lo que no se puede
definir, sólo sentir, pero que es lo que ofrece la posibilidad de
comprender la realidad con algo de sentido. TODO CABE EN LA PSICOLOGÍA COLECTIVA, PORQUE LA
REALIDAD ES PSÍQUICA La psicología estudia lo psíquico, es decir lo
espiritual, es decir la realidad. Lo que se postula entonces es que la
psicología busca comprender la realidad de una manera más bien
estética, porque toda vez que se buscan contenidos se hace de los objetos
de ciencia cosas diferenciables (y mesurables) pero carentes de
significado. La psicología postula que lo psíquico es lo indefinible, es
decir lo que está en el centro de la vida como aire, como irrelevante,
como lo no intencional y lo no-dicho, pero que hace plausible el acontecer
de la realidad, porque todo lo que conocemos sólo puede ser
psíquicamente, es decir haciéndonos parte del objeto, participando de la
forma y tonalidad de la realidad. Esta espiritualidad, lo psíquico, es
todo: angustias ante los caprichos de la bolsa de valores, la dignidad de
quien se resiste a resignarse, la calle donde la gente protesta, los
trazos de una ciudad hostil, las piedras que hablan por generaciones, la
tristeza de una mirada alicaída, el mundo globalizado que parece cada vez
más redondo porque todo afecta a todo y a todos. La psicología no
estudia individuos ni sistemas de individuos, tampoco investiga el sentido
común para convertirlo en la tecnología de los cambios de
comportamiento, todo eso ya se sabe, por eso no importa para la ciencia.
La psicología busca comprender lo que no se sabe todavía, aunque se
intuya porque ya estamos adentro de esa realidad, pero dicha realidad
acontece de otra manera cuando se la comprende mejor. Es una teoría que
dice que al comprender el mundo, este nace otra vez. EN EL SUFRIMIENTO APARECEN LAS VISIONES... Regresando a Rubem Alves, ese poeta del silencio
de la teología y los sueños de la afectividad, nos colocamos en su
inquietante planteamiento acerca del sufrimiento, la razón fundamental
por la que existe la asistencia pastoral: enfermamos, envejecemos y morimos; hacemos
opciones equivocadas como el compartir la vida con personas equivocadas y
nos vemos forzados a separar nuestros caminos; una y otra vez nos domina
el deseo de dominar y controlar, hacemos sufrir a otra gente y somos
asaltados por la culpa. Tenemos que estar de acuerdo con Freud: parece que
en la creación no hay lugar para la felicidad... Pero igual es Alves quien nos recuerda que en el
sufrimiento aparecen las visiones: por eso los profetas nos enseñan que
la gente feliz y adaptada es la gente que se beneficia de un mundo
torcido, que el sufrimiento es fundamentalmente el resultado de la
injusticia, que este mundo no es un destino, sino una creación humana. La
liberación de toda esclavitud no puede ser sino la propuesta de cambiar,
de transformar este mundo. Es que no se puede proveer de manipulaciones
para que la gente se “sienta bien” sin plantearse que la vida sólo
tiene sentido cuando se participa de los cambios en función de una
visión, de un horizonte utópico. Alves dice que “La vida tiene sentido
cuando sentimos que estamos construyendo el mundo, transformando desiertos
en jardines, cambiando las espadas en arados, liberando a los cautivos.
Por medio de este trabajo creativo obligamos al mundo a recibir las marcas
de nuestra humanidad.” Porque toda técnica que ofrece soluciones
funcionales es un acomodo al mundo es que se necesitan otras visiones de
la realidad. Formas de entender la vida de la gente, de uno, desde la
perspectiva de que la sociedad es colectiva. Dos ejemplos para pensar así
la sociedad, donde el campo religioso ofrece visiones de libertad y
caminos plausibles de liberación. Primero, el cansancio y el descanso. Se nos hace
creer que el cansancio está adentro, que “nos sentimos cansados” y
que eso se resuelve yendo tras un anhelado descanso. Pero la vida es dura
y cuesta mucho trabajo ganar el dinero necesario para luego merecerse el
descanso: la gente trabaja cada vez más porque son más competitivos los
mercados de trabajo, lo cual es una manera eufemística para no decir que
hay mucho desempleo y que la gente se contenta con tener trabajo aunque
sea con más exigencia y menos salario. En esta situación ningún
descanso alcanza, ningún fin de semana y ninguna vacación reparan del
cansancio, por eso el estrés es como la condición “normal” de la
gente. Pero otra cosa se entiende si uno niega que el cansancio esté
adentro. Es al revés: uno está adentro del cansancio. Porque el
cansancio es una manera de ser sociedad, es decir una manera de jugar a
que producimos y producimos, para que haya muchas mercancías y haya mucho
consumo y entonces hay que darle más y más duro para comprar esas muchas
cosas, para entonces poder descansar. El cansancio es la esperanza de que
esto pare un día y se pueda tomar un respiro, pero no ocurre. El mercado
no descansa, tampoco la economía, ¿por qué uno ha de parar? Es un juego
cansado. El cansancio es una manera de ser de este mundo neoliberal, la
perversión de un juego donde algunos imponen y defienden las reglas de
este juego, que a la mayoría no le gusta, pero que deja muy buenas
ganancias.
Por eso la propuesta bíblica del descanso no es
la de evadirse del mundo con un culto bonito o emotivo, ni se trata de
buscar el descanso como la obtención de una energía religiosa, que suele
ofrecerse en las nuevas iglesias corporativas. La propuesta bíblica es la
de cambiar el mundo, transformarlo en una sociedad donde la gente se
encuentre cara a cara y no se abuse de nadie, el descanso bíblico es la
propuesta de una creatividad puesta al servicio de un sueño: el mundo
reconciliado, el mundo donde la gente no esclaviza a otra gente, el mundo
donde el trabajo sea la expresión del amor solidario, el mundo donde la
propiedad no es absoluta sino el instrumento para el bien común. Ese
mundo, lo sabemos, no existe, es una utopía, pero el texto bíblico,
digamos Génesis cap 1, llama a buscar ese descanso y ocurre que la gente
se sale “del cansancio” del mundo este, desgastado, y decide hacer
otro mundo (en el servicio, la adoración, el arte y la ciencia, etc.), un
mundo nuevo. Otro ejemplo, la pareja. Se nos dice que las
instituciones se tambalean, que la familia entre ellas sufre los embates
de una crisis moderna o posmoderna. Que la pareja es la salvación y que es
necesario construir “parejas sanas”. Por eso hay tanta pseudo
psicología sobre la pareja, porque nadie sabe a ciencia cierta cómo se
hace eso de la pareja sana. Como sea, la gente se casa, se enamora, se dice
“te quiero” y parece que ambos saben perfectamente lo que quieren
decir, pero se necesita toda una vida juntos para averiguarlo. La gente
quiere darle algo de solidez a esas palabras y toma la forma de una flor,
un chocolate, una tarjeta, luego se le hace más sólido con un contrato
matrimonial pero hace mucho que lo que movió aquellas palabras ya no
está más. Como dice Ricoeur “Eros no es institucional; se le ofende al
reducirlo a contrato, a deber conyugal... Por eso pertenece a su demonismo
amenazar a la institución, a cualquier institución, incluso a la del
matrimonio...”4.
Claro está, se sabe que esto tiene vaivenes y puede haber segundas
oportunidades, a veces se llama 2ª luna de miel o a veces 2ª pareja,
dependiendo de las elecciones de la gente. Como sea toda atención
pastoral sobre la pareja, desde el sufrimiento y en el marco funcional de
la psicología pastoral, será una contribución para acomodarse a un
mundo funesto. En un contexto similar, por la fuerza impositiva del poder
opresor, es que apareció un bello mito, un sueño revelado para la vida
de pareja. De eso habla Génesis 2. Conocemos el relato: a Dios no le
parece buena la soledad del ser humano y buscándole ayuda idónea propone
una solución: nombrar a los animales, lo que parece que no fue malo del
todo, puesto que el ser humano lo hace y parece que de buena gana, pero no
halla la ayuda idónea. La soledad sigue siendo un problema. Dios halla
entonces otra solución: hacer dormir al varón y sacarle una costilla y
formar una mujer. Entonces el varón despierta del sueño, está frente a
la mujer y se admira, se maravilla de que ella es su igual, pero mujer. No
le da nombre, porque eso sería tratarla como animal, no la domina sino
que se encuentra con ella cara a cara, cuerpo a cuerpo, desnudos y
dispuestos para el camino del amor igual, el amor solidario, donde ambos
llegan a ser una carne. El texto es bello porque plantea una utopía, el
sueño de Dios de una pareja donde uno no domina a la otra ni viceversa.
Este texto es una subversión ante la cultura dominante, la cultura
injusta de hombres que dominan (les ponen nombre, como animales) a mujeres
opresivamente, y mujeres que también reproducen la misma opresión, ya
internalizada. Es un texto que plantea que el dominio, al nombrar a los
animales, implica una relación con la naturaleza que no sea destructiva,
porque la finalidad es que el ser humano no se quede más solo, como
cuando destruye la vida en los otros seres vivos. Es un texto que habla de
una soledad ¿cuál soledad? La soledad es la experiencia colectiva de la
ruptura, el aislamiento, la separación entre unos y otros por medio de la
dominación y la violencia, la rasgadura del tejido social cuando se hace
una guerra de géneros y el desgaste de una vida donde el varón oprime a
la mujer. Es la soledad real, presente, que viene desde el fondo mítico
de los tiempos, pero que es concreto en la vida de la diáspora, del
posexilio, cuando hombres y mujeres se casan pero sin más ánimo que ser
un matrimonio para sí mismos, reproduciendo esa vida con un destino ya
dado, buscando la felicidad en la pareja misma, tal como existe en ese
mundo que parece el destino final. Entonces Dios sueña y le presta su sueño al
ser humano, el sueño de un mundo otro, donde varón y mujer son iguales,
pueden estar desnudos y no avergonzarse, es decir sin defensas guerreras y
sin mentira alguna, en el camino del amor que se entrega mutuamente, que
es solidario para construir otro mundo, para inventar otra vez la
realidad. Génesis 2 dice que la vocación del matrimonio, de toda pareja,
es una vocación política, es decir que la vocación del amor de pareja
no está adentro (puesto que ese “adentro” es ficticio) sino en el
mundo, para re – crearlo, para hacer un mundo nuevo. Si la psicología colectiva puede contribuir a
pensar la sociedad y los proyectos utópicos en términos de una
comprensión que nos involucre, entonces se tendrá que pensar que la
pastoral ha de concebirse también como un ministerio cuya visión sea
también utópica. E Pastor presbiteriano y psicoanalista. Tejocotes 178-506, Col. Del Valle, México, D.F., 03100, (52–55)5575 6322, Fax (52–55) 5357 1319. Correo electrónico: herramvm@prodigy.net.mx, herramv@hotmail.com. 1 “Totalidad de la persona y creatividad política: la teología de la liberación y el cuidado pastoral”, en Pastoral Psychology, Vol. 26, no. 2, 1977, pp. 124 – 136. Traducción de L. Cervantes-Ortiz. 2 El proyecto de pensar la sociedad de otra manera, es precisamente el proyecto de la psicología colectiva, la cual afirma que lo psíquico es la colectividad, la afectividad, la historia y los mitos, la memoria y toda situación donde nuestra relación con el mundo hace acontecer la sociedad. Cf. Pablo Fernández Christlieb, La psicología colectiva un fin de siglo más tarde, Anthropos, 1998; La afectividad colectiva, Taurus, 1999; La sociedad mental, Anthropos (2003?). Cf. también mi tesis de licenciatura, Psicología colectiva y filosofía hermenéutica, Facultad de Psicología, UNAM, 2003. 3 En una valiosa trilogía de libros, José Severino Croatto ha mostrado cómo los primeros 11 capítulos de Génesis son mito, pero mito como formas de resistencia creativa ante las condiciones opresivas del exilio e injusticias de los imperios sobre la gente. Cf. Exilio y sobrevivencia. Tradiciones contraculturales en el Pentateuco (comentario a Génesis 4:1 – 12:9), Lumen, 1997. Crear y amar en libertad. Estudio de Génesis 2:4 – 3:24, La Aurora, 1986. El hombre en el mundo I. Creacióny designio (Comentario a Génesis 1:1 – 2:3), La Aurora, 1974. 4 “Sexualidad: la maravilla, la inestabilidad, el enigma”,
en Historia y verdad, Madrid, Encuentro, 1955, pp. 183–184.
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