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·       LA PSICOLOGÍA COLECTIVA Y LOS CONCEPTOS DE LIBERACIÓN EN EL CAMPO RELIGIOSO. NOTAS PARA PENSAR LA SOCIEDAD Y LOS MOVIMIENTOS UTÓPICOS

Víctor Hernández RamírezE

2º Congreso de Psicología Pastoral “Un ministerio para la liberación integral y la plenitud humana” Comunidad Teológica de México, 18 de octubre de 2003

Me pidieron abordar la cuestión de los conceptos de liberación en el campo religioso desde una perspectiva de lo social, en concreto lo que vengo trabajando de psicología colectiva. Dado que nuestro contexto es el de la psicología pastoral este trabajo intenta ceñirse a dicho ámbito. Como sea, el tema del congreso sugiere que la psicología pastoral se encamina a la liberación de una manera integral y la idea me parece buena para pensar críticamente sobre la misma psicología pastoral. Para ello tomaré como punto de partida un viejo pero excelente (y totalmente vigente) escrito de Rubem Alves1. Más adelante veremos cómo la psicología colectiva ofrece la posibilidad de pensar la sociedad desde una perspectiva teórica necesaria para la comprensión política de la psicología pastoral.

EL CUIDADO PASTORAL ES UNA FUNCIÓN DE LA SOCIEDAD BURGUESA

En principio la cosa parece simple: el cuidado pastoral es la respuesta a necesidades muy concretas: matrimonios que se están desintegrando, gente que sufre por la pérdida de seres queridos, personas con problemas de sexualidad, etc. Entonces están allí la psicología y la teología para usarse como herramientas para responder a tales necesidades. Pero la cosa no es tan simple, porque resulta que las ideas y las teorías son posicionamientos que determinan la vida y los oficios de la gente, Alves lo dice así:

Los magos tienen una teoría sobre la magia; los danzantes de la lluvia tienen un aparato conceptual elaborado sobre la relación entre su danza y la lluvia; los científicos tienen credos humanistas acerca de su función social; los militares también saben como relacionar la carrera armamentista con la paz; y nosotros los teólogos y creyentes tenemos nuestras propias teorías acerca de las funciones de la religión, siendo la atención pastoral una de ellas... 

No se puede, entonces, asumir que las teorías son algo meramente instrumental y limitar el problema a una elección “de escuela” o a un adecuado eclecticismo.

Aquí cabe recordar la necesaria sospecha que la crítica de la modernidad nos enseñó con los maestros (de la sospecha) Marx, Nietzsche y Freud. Por ello puede decirse que la atención pastoral, como se concibe y ejerce en el contexto de las iglesias evangélicas, es una función, un elemento del sistema, de la sociedad burguesa. En realidad no es algo exclusivo de la psicología pastoral, sino de la psicología en general, en tanto ésta expresa la subjetividad moderna del individuo en su condición de vida privada. La psicología en general, al nacer con la modernidad y concretamente con el desarrollo del capitalismo, aparece junto con la invención del individuo, la cual es la más fantástica ficción del mundo moderno. Por eso ha predominado tanto la visión funcionalista en la psicología y, de igual modo, en la psicología pastoral. Es necesario entonces una visión de otra parte, que nos permita ver lo que dice Alves:

“La atención pastoral está localizada institucionalmente... Provee mediaciones emocionales e interpretativas que aligeran las tensiones emocionales, haciendo posible de ese modo para los individuos permanecer como miembros del grupo y continuar aceptando su ideología como plausible”.

Con todo, es importante comprender la importancia de “la constitución” del cuidado pastoral, es decir que si existe en la realidad cotidiana es por algo, es porque algo da y porque ese algo es importante en la vida de la gente. Aquí Alves cita a Durkheim, quien dijo que: “El creyente que se ha comunicado con su Dios no es meramente un hombre que ve nuevas verdades de las cuales un no creyente es ignorante; es un hombre que es más fuerte”.

Es decir que la atención pastoral provee de una fuerza, un poder, que tiene una realidad muy concreta.

Es algo que se acerca a la magia, con sus diferencias, puesto que la magia de la psicología pastoral es una magia con resignación: “...existe una estrecha relación entre el cuidado pastoral y la magia... en la magia se busca un poder como una medio efectivo para manipular el mundo externo. En la atención pastoral se busca poder como valor, como fortaleza interior para sobrevivir en un mundo que no puede ser cambiado”.

La atención pastoral en la iglesia ciertamente se constituye, además de funcional, como un ámbito de lo privado, puesto que es parte de un proceso de secularización y también del proceso que anuncia el retorno de los dioses, los cuales instruyen que sólo se puede cambiar el interior. Esto se comprende en la historia moderna, donde se ubican las iglesias: “El protestantismo, y el calvinismo en particular, tendió a eliminar la magia. En vez de ella, fomentó la manipulación racional de la realidad. Pero esta manipulación dejó de ser la función de los sacerdotes y pastores: pertenece a los políticos y los científicos. Al pastor le corresponde la cura de almas, la mediación del poder interior”.

Ahora bien, será importante considerar que el rol de acompañamiento pastoral tiene un lugar preponderante, decisivo, dentro de la vida de la gente y en el contexto eclesial. Lo dice también claramente Rubem Alves:

En la función del cuidado pastoral, el pastor es llamado a proveer respuestas a la pregunta “¿por qué?”.

Es un mediador entre el sufrimiento personal y los sistemas globales de significado religioso. Y es un hombre sabio, que se supone conoce las respuestas. Es visto como alguien que tiene acceso a una clase de conocimiento que está oculto para los laicos comunes... (otra) función de la atención pastoral es proveer guía moral. “Estoy enamorado de una persona casada”. “Soy homosexual”. “Mi hija quiere casarse con un negro”. “Trabajo en una fábrica que hace armas”. “¿Qué debo hacer?” El sufrimiento existe, está allí. El problema estriba en suponer que todo se reduce a una situación individual, donde lo más importante son los resultados y sin percatarnos del lugar social que tiene el ejercicio pastoral. Alves lo expresa con claridad:

...aunque en la privacidad y el secreto de su oficina el pastor parece tratar con individuos aislados, lo cierto es que la congregación completa se coloca allí,, invisible, silenciosa, vigilantemente. En última instancia, es la congregación la que juzgará la efectividad de su trabajo, la ortodoxia de sus interpretaciones y la sabiduría de su interpretación moral.

...el cuidado pastoral está determinado, en gran medida, por la ubicación social, económica y política de la congregación. Si ésta tiene un nivel social elevado, si sus miembros gozan de salud, prestigio y poder, tenderá a comprometerse con el orden dominante, y el cuidado pastoral enfrentará toda clase de presiones para responder a las demandas que le son impuestas por el orden institucional. se comprende que el significado de la vida no es algo que se pueda conseguir por medio la manipulación emocional o interpretativa de la subjetividad.

Hasta aquí les he mostrado una serie de retazos del trabajo de Alves, para entender juntos cómo la asistencia pastoral es una función, o tiende a serlo, del mundo estructurado para la vida subjetiva como algo privado, como algo aislado del mundo. Entonces, luego de una crítica de la manera misma de ver funcionalmente la realidad, cabe preguntarse ¿de qué otro modo puede entonces abordarse la cuestión de la asistencia pastoral y la liberación? La tarea no es sencilla, pues implica buscar otra manera de pensar la sociedad, una manera de comprender la psicología, no como una ciencia del individuo, sino como la comprensión de lo psíquico en tanto espíritu, en tanto colectividad2. Van algunas notas que ojalá ayuden a situar esta comprensión. 

EL INDIVIDUO NO EXISTE

Lo primero que importa señalar es que el individuo es una ficción. No existe. Existe la gente, así como existen las ciudades, los objetos de arte y ciencia, existen las parejas y familias, la soledad, el fin de semana, la infancia, los divorcios, la angustia por el dinero, el desempleo, el asombro. Todo esto existe. Lo que no existe es el individuo. En cambio existe la subjetividad moderna de la individualidad, es decir la configuración de un espíritu colectivo que se reitera y afirma como “el individuo”, el sujeto aislado, cuya ficción es un curioso invento para pensarse de manera separada, como una pieza que encaja, o no, con el engranaje del mundo. Esta ficción tiene una razón de ser en el proceso de constitución y legitimación del orden mundial, llamado hoy día orden global y trazado según unos lineamientos económicos y políticos que se conocen hoy como neoliberalismo. Pero una ficción no es la realidad, sino la virtualidad que se “realiza” por lo interactivo, es el supuesto dado como “un hecho”, es un juego que hace mucho que dejó de ser interesante pero que ya no hay permiso para cambiarlo.

Una manera muy sencilla de comprobar que el individuo no existe es que cuando nos sentimos solos se trata de un acto colectivo, sólo que sufrimos una indiferencia (o un abandono) que sentimos de otros. Nadie ha estado ni estará jamás en un lugar deshabitado, porque el mismo hecho de sentir (o percatarse o percibir) es ya una situación colectiva. Por eso en la psicología colectiva se dice que una sola gente(o dos o muchas; o una silla [si no creen lo de la silla, vean la silla de Van Gogh] o el mundo todo) es la sociedad.

LA REALIDAD SE COMPRENDE COMO MEMORIA

De lo anterior se puede pensar que la realidad es algo que tampoco está indistinta o indiferente a nosotros.

La realidad existe porque la habitamos, es decir porque constituye un espacio vivido, porque acontece y nosotros con ella. Es por eso que se ha dicho que sólo nos conocemos y conocemos el mundo en el pasado. Pero ocurre que el pasado no es el tiempo que se fue, puesto que el tiempo no es más que espacio que se queda, espacios superpuestos, como el polvo sobre las cosas o como el convento de Saramago, cuyas piedras son las historias terribles y fantásticas de un mundo bastante injusto. El espacio vivido es tiempo que se queda, y que se queda como memoria. Porque nada se olvida y lo que se olvida es también memoria, pero en negativo. Por memoria se entiende que lo que acontece es significativo, porque si no, simplemente no hay memoria. Ese es el problema de una sociedad que ha privilegiado la información: los datos requieren mucha velocidad y se olvidan enseguida, porque simplemente no significan nada, por eso dice Milan Kundera que la gente que quiere olvidar simplemente camina más rápido: algo quiere dejar atrás, algo que no se quiere sentir. Vivimos en la era de la información y de un progreso que se nutre de olvido, de la rapidez que nos deja con muchos datos y sin significados. Es por eso que la realidad se hace efímera, huidiza: la gente tiene razón (o tiene certeza, más bien) de lamentarse por lo poco que vale la pena en este mundo tan lleno de contenidos y cosas. En cambio, los acontecimientos significativos se rememoran, se cuentan, se tienen que  narrar, porque son lo importante: a la gente le gusta  platicar de eso, y la vida cotidiana se hace del pensamiento que encadena lo vivido como valioso, sea penoso o gozoso, pero que tiene sentido y por eso es memorable. Generalmente esta memoria se hace en los espacios intermedios, en los intersticios, en los pasillos, en la calle, donde se pierde el tiempo (porque, para el progreso, todo tiempo que no produce mercancías, es tiempo perdido) es donde se hace la vida, donde acontece lo importante, lo que se queda y da sentido. La sociedad perdida, que pierde el tiempo, al igual que las vidas perdidas y de perdedores, como dijera Ricoeur piden y reclaman narración. Pero la memoria tiene también intensidades: es que siempre hay algo originario, algo que funda el mundo, el principio de la sociedad misma. Es por eso que hay un primer acontecimiento, el cual nunca se puede decir y menos explicar: porque los orígenes siempre son nebulosos, intensos, míticos y totalmente actuales. Por eso el Génesis es un mito maravilloso y actual3. En el fondo la memoria es una fuente inagotable de pertenencia e identidad, aún para la sociedad más vertiginosa y olvidadiza. 

LA ESTRUCTURA DE LA REALIDAD ES MÍTICA

Hace tiempo, pero quizá no tanto, era casi peyorativo decir de algo que es un mito. Es que para el discurso positivista las cosas acontecían sin la presencia de nadie y daba igual si alguien se enteraba o no, porque la historia era verdad y los mitos mentira. Ahora sabemos que ambos son verdad, pero no de la misma manera. Como también sabemos que la historia y la ficción, cuando valen la pena, no existen sin esa buena aptitud para contar historias significativas para el presente y el porvenir. La psicología colectiva añade a todo esto, que los mitos son la estructura misma de la realidad, es decir que toda realidad es mítica, porque la realidad tiene la forma de los mitos: son espacios con significados espaciales, donde toda ubicación tiene significación:

alto bajo arriba abajo izquierda derecha adelante detrás. Dentro de esta estructura ocurren por igual los cuentos, las leyendas, la historia y la vida cotidiana. Sus significaciones no tienen contenido, sino que dan forma a la vida en sí, son la estructura previa de la cultura cotidiana. Como espacio entonces, el vacío no es un hueco sino la capacidad de generar formas, es decir una configuración estética o gestáltica de la realidad; y dicha capacidad es mítica porque son los trazos que toma la vida, para aparecer como una tragedia o una comedia, por eso nos dicen que los ganadores, los que han alcanzado la tierra prometida del éxito avanzan arriba y adelante; como nos dicen también que los perdedores, los débiles o los que no tienen poder, son los que avanzan pero van de mal en peor. Esto se no dice como si fuera verdad, pero hay que decir que son los mitos de la modernidad, aunque otros pueden ser los trazos de la vida y ser mitos para la libertad. Son estructuras míticas de los espacios donde acontece la realidad. Entonces, nada más cierto que los mitos (incluye: teorías científicas, arte, filosofía, religión, cultura cotidiana) porque los mitos son acontecimientos afectivos.

LOS AFECTOS SON EL SILENCIO QUE NO PUEDE DECIRSE

Hablando de afectividad, que equivale a decir emociones, tiene que decirse que los afectos son lo que no se puede decir, es decir silencio. Pero el silencio es comunicativo, y lo es porque es afecto.

Los afectos son los sacudimientos de la realidad, el magma emocional que no se distingue, lo que envuelve y define la vida en un fluir constante y también en sus estancamientos. Las emociones no están adentro de nadie. Y esto es no sólo porque el individuo no existe, sino porque las emociones son colectivas, es decir que las emociones son acontecimientos, situaciones, maneras de estar en el mundo... y hasta ahora nadie ha podido reducir el mundo a un delirio individual o aislado. Las emociones son silencio porque comunican formas: de ahí que la gente siente bonito o feo, pero la gente nunca siente emociones perfectamente claras y distinguibles. Lo que pasa es que existen palabras y pensamientos sobre las emociones, que son la cultura de las emociones, o son clasificaciones que se hacen pasar por afectos, pero eso a nadie le sirve de nada, como por ejemplo cuando un día se inventó la autoestima. La autoestima es una palabra que se inventó para ponerle nombre al malestar que era quien sabe qué, pero que era feo y por eso se llamó baja autoestima. A partir de entonces, todos los problemas se pueden reducir a un problema de baja autoestima y la gente de veras piensa que hay niños y adultos que tienen la autoestima por los suelos. Tan falsa como la autoestima es la creencia en una alta autoestima por medio de las frases y tácticas de auto superación. La autoestima no es una emoción, es una palabra que tuvo cierto éxito y nadie le dijo que era tiempo de retirarse. En cambio, el amor es una palabra con más tradición, porque tiene una cultura que por siglos ha marcado la manera de querer, enamorarse, apasionarse, entregarse: es el amor romántico que nos ha enseñado a todos los cánones del amor al menos desde el siglo XVII. Por eso dice Pablo Milanés que no hemos inventado nada: ni las palabras ni las formas de abrazar. Para la psicología colectiva pues, las emociones son silencio, es decir son aquello que hace intenso los significados pero que en sí mismo no significa nada, porque las emociones no dicen sino que solamente dan forma, certeza y sentido a la sociedad.

Es por eso que no puede decirse que “tenemos” determinada emoción, como si la tuviéramos adentro, sino que somos nosotros quienes estamos adentro de la afectividad, sin más significado que el susurro o ímpetu de su espíritu. Es que la afectividad es el espíritu, es la sociedad en sí, es lo psíquico, lo que no se puede definir, sólo sentir, pero que es lo que ofrece la posibilidad de comprender la realidad con algo de sentido.

TODO CABE EN LA PSICOLOGÍA COLECTIVA, PORQUE LA REALIDAD ES PSÍQUICA

La psicología estudia lo psíquico, es decir lo espiritual, es decir la realidad. Lo que se postula entonces es que la psicología busca comprender la realidad de una manera más bien estética, porque toda vez que se buscan contenidos se hace de los objetos de ciencia cosas diferenciables (y mesurables) pero carentes de significado. La psicología postula que lo psíquico es lo indefinible, es decir lo que está en el centro de la vida como aire, como irrelevante, como lo no intencional y lo no-dicho, pero que hace plausible el acontecer de la realidad, porque todo lo que conocemos sólo puede ser psíquicamente, es decir haciéndonos parte del objeto, participando de la forma y tonalidad de la realidad. Esta espiritualidad, lo psíquico, es todo: angustias ante los caprichos de la bolsa de valores, la dignidad de quien se resiste a resignarse, la calle donde la gente protesta, los trazos de una ciudad hostil, las piedras que hablan por generaciones, la tristeza de una mirada alicaída, el mundo globalizado que parece cada vez más redondo porque todo afecta a todo y a todos. La psicología no estudia individuos ni sistemas de individuos, tampoco investiga el sentido común para convertirlo en la tecnología de los cambios de comportamiento, todo eso ya se sabe, por eso no importa para la ciencia. La psicología busca comprender lo que no se sabe todavía, aunque se intuya porque ya estamos adentro de esa realidad, pero dicha realidad acontece de otra manera cuando se la comprende mejor. Es una teoría que dice que al comprender el mundo, este nace otra vez.

EN EL SUFRIMIENTO APARECEN LAS VISIONES...

Regresando a Rubem Alves, ese poeta del silencio de la teología y los sueños de la afectividad, nos colocamos en su inquietante planteamiento acerca del sufrimiento, la razón fundamental por la que existe la asistencia pastoral:

enfermamos, envejecemos y morimos; hacemos opciones equivocadas como el compartir la vida con personas equivocadas y nos vemos forzados a separar nuestros caminos; una y otra vez nos domina el deseo de dominar y controlar, hacemos sufrir a otra gente y somos asaltados por la culpa. Tenemos que estar de acuerdo con Freud: parece que en la creación no hay lugar para la felicidad...

Pero igual es Alves quien nos recuerda que en el sufrimiento aparecen las visiones: por eso los profetas nos enseñan que la gente feliz y adaptada es la gente que se beneficia de un mundo torcido, que el sufrimiento es fundamentalmente el resultado de la injusticia, que este mundo no es un destino, sino una creación humana. La liberación de toda esclavitud no puede ser sino la propuesta de cambiar, de transformar este mundo. Es que no se puede proveer de manipulaciones para que la gente se “sienta bien” sin plantearse que la vida sólo tiene sentido cuando se participa de los cambios en función de una visión, de un horizonte utópico. Alves dice que “La vida tiene sentido cuando sentimos que estamos construyendo el mundo, transformando desiertos en jardines, cambiando las espadas en arados, liberando a los cautivos. Por medio de este trabajo creativo obligamos al mundo a recibir las marcas de nuestra humanidad.”

Porque toda técnica que ofrece soluciones funcionales es un acomodo al mundo es que se necesitan otras visiones de la realidad. Formas de entender la vida de la gente, de uno, desde la perspectiva de que la sociedad es colectiva. Dos ejemplos para pensar así la sociedad, donde el campo religioso ofrece visiones de libertad y caminos plausibles de liberación.

Primero, el cansancio y el descanso. Se nos hace creer que el cansancio está adentro, que “nos sentimos cansados” y que eso se resuelve yendo tras un anhelado descanso. Pero la vida es dura y cuesta mucho trabajo ganar el dinero necesario para luego merecerse el descanso: la gente trabaja cada vez más porque son más competitivos los mercados de trabajo, lo cual es una manera eufemística para no decir que hay mucho desempleo y que la gente se contenta con tener trabajo aunque sea con más exigencia y menos salario. En esta situación ningún descanso alcanza, ningún fin de semana y ninguna vacación reparan del cansancio, por eso el estrés es como la condición “normal” de la gente. Pero otra cosa se entiende si uno niega que el cansancio esté adentro. Es al revés: uno está adentro del cansancio. Porque el cansancio es una manera de ser sociedad, es decir una manera de jugar a que producimos y producimos, para que haya muchas mercancías y haya mucho consumo y entonces hay que darle más y más duro para comprar esas muchas cosas, para entonces poder descansar. El cansancio es la esperanza de que esto pare un día y se pueda tomar un respiro, pero no ocurre. El mercado no descansa, tampoco la economía, ¿por qué uno ha de parar? Es un juego cansado. El cansancio es una manera de ser de este mundo neoliberal, la perversión de un juego donde algunos imponen y defienden las reglas de este juego, que a la mayoría no le gusta, pero que deja muy buenas ganancias. 

Por eso la propuesta bíblica del descanso no es la de evadirse del mundo con un culto bonito o emotivo, ni se trata de buscar el descanso como la obtención de una energía religiosa, que suele ofrecerse en las nuevas iglesias corporativas. La propuesta bíblica es la de cambiar el mundo, transformarlo en una sociedad donde la gente se encuentre cara a cara y no se abuse de nadie, el descanso bíblico es la propuesta de una creatividad puesta al servicio de un sueño: el mundo reconciliado, el mundo donde la gente no esclaviza a otra gente, el mundo donde el trabajo sea la expresión del amor solidario, el mundo donde la propiedad no es absoluta sino el instrumento para el bien común. Ese mundo, lo sabemos, no existe, es una utopía, pero el texto bíblico, digamos Génesis cap 1, llama a buscar ese descanso y ocurre que la gente se sale “del cansancio” del mundo este, desgastado, y decide hacer otro mundo (en el servicio, la adoración, el arte y la ciencia, etc.), un mundo nuevo.

Otro ejemplo, la pareja. Se nos dice que las instituciones se tambalean, que la familia entre ellas sufre los embates de una crisis moderna o posmoderna.

Que la pareja es la salvación y que es necesario construir “parejas sanas”. Por eso hay tanta pseudo psicología sobre la pareja, porque nadie sabe a ciencia cierta cómo se hace eso de la pareja sana.

Como sea, la gente se casa, se enamora, se dice “te quiero” y parece que ambos saben perfectamente lo que quieren decir, pero se necesita toda una vida juntos para averiguarlo. La gente quiere darle algo de solidez a esas palabras y toma la forma de una flor, un chocolate, una tarjeta, luego se le hace más sólido con un contrato matrimonial pero hace mucho que lo que movió aquellas palabras ya no está más. Como dice Ricoeur “Eros no es institucional; se le ofende al reducirlo a contrato, a deber conyugal... Por eso pertenece a su demonismo amenazar a la institución, a cualquier institución, incluso a la del matrimonio...”4. Claro está, se sabe que esto tiene vaivenes y puede haber segundas oportunidades, a veces se llama 2ª luna de miel o a veces 2ª pareja, dependiendo de las elecciones de la gente. Como sea toda atención pastoral sobre la pareja, desde el sufrimiento y en el marco funcional de la psicología pastoral, será una contribución para acomodarse a un mundo funesto. En un contexto similar, por la fuerza impositiva del poder opresor, es que apareció un bello mito, un sueño revelado para la vida de pareja. De eso habla Génesis 2. Conocemos el relato: a Dios no le parece buena la soledad del ser humano y buscándole ayuda idónea propone una solución: nombrar a los animales, lo que parece que no fue malo del todo, puesto que el ser humano lo hace y parece que de buena gana, pero no halla la ayuda idónea. La soledad sigue siendo un problema. Dios halla entonces otra solución: hacer dormir al varón y sacarle una costilla y formar una mujer. Entonces el varón despierta del sueño, está frente a la mujer y se admira, se maravilla de que ella es su igual, pero mujer. No le da nombre, porque eso sería tratarla como animal, no la domina sino que se encuentra con ella cara a cara, cuerpo a cuerpo, desnudos y dispuestos para el camino del amor igual, el amor solidario, donde ambos llegan a ser una carne.

El texto es bello porque plantea una utopía, el sueño de Dios de una pareja donde uno no domina a la otra ni viceversa. Este texto es una subversión ante la cultura dominante, la cultura injusta de hombres que dominan (les ponen nombre, como animales) a mujeres opresivamente, y mujeres que también reproducen la misma opresión, ya internalizada. Es un texto que plantea que el dominio, al nombrar a los animales, implica una relación con la naturaleza que no sea destructiva, porque la finalidad es que el ser humano no se quede más solo, como cuando destruye la vida en los otros seres vivos. Es un texto que habla de una soledad ¿cuál soledad? La soledad es la experiencia colectiva de la ruptura, el aislamiento, la separación entre unos y otros por medio de la dominación y la violencia, la rasgadura del tejido social cuando se hace una guerra de géneros y el desgaste de una vida donde el varón oprime a la mujer. Es la soledad real, presente, que viene desde el fondo mítico de los tiempos, pero que es concreto en la vida de la diáspora, del posexilio, cuando hombres y mujeres se casan pero sin más ánimo que ser un matrimonio para sí mismos, reproduciendo esa vida con un destino ya dado, buscando la felicidad en la pareja misma, tal como existe en ese mundo que parece el destino final.

Entonces Dios sueña y le presta su sueño al ser humano, el sueño de un mundo otro, donde varón y mujer son iguales, pueden estar desnudos y no avergonzarse, es decir sin defensas guerreras y sin mentira alguna, en el camino del amor que se entrega mutuamente, que es solidario para construir otro mundo, para inventar otra vez la realidad. Génesis 2 dice que la vocación del matrimonio, de toda pareja, es una vocación política, es decir que la vocación del amor de pareja no está adentro (puesto que ese “adentro” es ficticio) sino en el mundo, para re – crearlo, para hacer un mundo nuevo. 

Si la psicología colectiva puede contribuir a pensar la sociedad y los proyectos utópicos en términos de una comprensión que nos involucre, entonces se tendrá que pensar que la pastoral ha de concebirse también como un ministerio cuya visión sea también utópica.

E Pastor presbiteriano y psicoanalista. Tejocotes 178-506, Col. Del Valle, México, D.F., 03100, (52–55)5575 6322, Fax (52–55) 5357 1319. Correo electrónico: herramvm@prodigy.net.mx, herramv@hotmail.com.

1 “Totalidad de la persona y creatividad política: la teología de la liberación y el cuidado pastoral”, en Pastoral Psychology, Vol. 26, no. 2, 1977, pp. 124 – 136. Traducción de L. Cervantes-Ortiz.

2 El proyecto de pensar la sociedad de otra manera, es precisamente el proyecto de la psicología colectiva, la cual afirma que lo psíquico es la colectividad, la afectividad, la historia y los mitos, la memoria y toda situación donde nuestra relación con el mundo hace acontecer la sociedad. Cf. Pablo Fernández Christlieb, La psicología colectiva un fin de siglo más tarde, Anthropos, 1998; La afectividad colectiva, Taurus, 1999; La sociedad mental, Anthropos (2003?). Cf. también mi tesis de licenciatura, Psicología colectiva y filosofía hermenéutica, Facultad de Psicología, UNAM, 2003.

3 En una valiosa trilogía de libros, José Severino Croatto ha mostrado cómo los primeros 11 capítulos de Génesis son mito, pero mito como formas de resistencia creativa ante las condiciones opresivas del exilio e injusticias de los imperios sobre la gente. Cf. Exilio y sobrevivencia. Tradiciones contraculturales en el Pentateuco (comentario a Génesis 4:1 – 12:9), Lumen, 1997. Crear y amar en libertad. Estudio de Génesis 2:4 – 3:24, La Aurora, 1986. El hombre en el mundo I. Creacióny designio (Comentario a Génesis 1:1 – 2:3), La Aurora, 1974.

4  “Sexualidad: la maravilla, la inestabilidad, el enigma”, en Historia y verdad, Madrid, Encuentro, 1955, pp. 183–184.