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La
coyuntura mexicana actual, centrada en el anunciadísimo debate sobre los cambios
legislativos relacionados con los nuevos impuestos y con la apertura de la industria
eléctrica y petrolera al capital extranjero, pone sobre la mesa, una vez más, la
pertinencia de obedecer o no los dictados de los organismos financieros internacionales.
La Alianza de Iglesias Presbiterianas y Reformadas de América Latina (AIPRAL), en
consonancia con las iniciativas de la Alianza Reformada Mundial, el Consejo Latinoamericano
de Iglesias y el Consejo Mundial de Iglesias, entre otros organismos, ha insistido en la
necesidad de reflexionar y actuar en respuesta al impacto de las políticas económicas sobre
la población.
Es
necesario reconocer que la herencia espiritual cuya huella sigue muy presente en el continente
no nos enseñó, en el pasado, a prestar suficiente atención a estos temas, de modo que
la actualización con respecto a ellos representa un largo camino de análisis, meditación
y decisión para actuar concretamente. La misión de la Iglesia, desde la perspectiva reformada
actual, no puede pasar por alto la forma en que están en juego las esperanzas de naciones,
comunidades y grupos humanos enteros a la luz de las expectativas generadas por una globalización
cuyo lenguaje triunfalista e invasivo nos asalta por todas partes.
Ojalá
que las iniciativas mencionadas sigan abriendo espacios de reflexión que generen prácticas
concretas de crítica, resistencia y alternativas viables a los aparentemente incontenibles embates
de la dictadura del mercado globalizador. Con este número intentamos aportar algunas
perspectivas en ese sentido, aun cuando no nos ocupemos específicamente del asunto. No
obstante, inevitablemente nos ocuparemos de él durante el coloquio programado para los
días 26 al 28 de noviembre, con el cual cerraremos nuestras actividades correspondientes
al 2003. Finalmente, sugerimos a nuestros lectores/as y amigos/as que se acerquen a
las páginas web de los organismos mencionados para estar al tanto de sus iniciativas.
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